
Cuando la marea baja en algunas playas de la
Península Valdés, quedan pedazos de restinga al descubierto, asomandose por la arena mojada o en pequeñas salientes mas elevadas.

Estas formaciones arcillosas estan llenas de vida. Algunas envueltas con un velo de verdín entre sus pequeñas cuevas, albergando diversas algas o dando refugio a diminutos
caracoles y pulpitos; dientes de perro y mejilloncitos que conviven también en estas arcillas prehistóricas.


Este suelo data de millones de años y tiene la característica de guardar piezas de un increíble
valor paleontológico, como se muestra en la foto de acá abajo, donde enormes ostras de millones de años, emergen de la arena.


Esta otra foto sacada en la Restinga de Puerto Pirámides muestra lo blando de la arcilla que permite dejar un nombre escrito, efímero recuerdo de un presente fugaz, junto a un paciente
crustáceo fósil, que percibe desde una perspectiva un poco mas atemporal los ciclos de este cambiante planeta, vivo por naturaleza.
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