En nuestro pequeño pueblo, única aldea turística dentro de Península Valdés, los atardeceres, son increibles muestras de exquisito toque, que el creador pinta día tras día. Nunca son iguales, solo se parecen.
Percibiendo el sutil detalle del paso del tiempo, la luna creciente sigue al atardecer de cerca, escondiendose, detrás de las bardas que protegen a Puerto Pirámides de los vientos.
En noches apacibles, en esta época del año es posible escuchar a las ballenas desde cualquier parte del Pueblo, un lujo que nos envuelve en el cotidiano de este rincón alejado del mundanal ruido; inmerso en una conexión cosmica.
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